Nosotros (Jorge, Emilio, Alex, Melie, Belén, Barros, Jose y yo) decidimos perdernos un día por la playa. Nada más llegar nos untamos en ese líquido lechoso que a las mentes más pervertidas les recuerda a otra cosa, pero que realmente es necesaria aplicar. Los más valientes como Barros y Alex, no dudaron en sumergirse en las frías aguas de 'la' mar, pero "los cobardes" como Emilio y yo, fuimos más cautos, quizá porque la poca grasa que recubre nuestros cuerpos serranos, nos hace más vulnerables a los cambios de temperatura. Pero bastaron unas buenas peleas acuáticas para recuperar los grados centígrados adecuados para que nuestras funciones vitales no se colapsaran, pero de poco sirvió ante la colosal paralización sufrida por nuestras miradas, que se quedaron heladas... Esos si eran unos "pechacos" y no los míos Barros!!
También apareció el señor Cangrejo, para amenizar nuestra estancia en la playa, seguramente había conseguido huir de la cocina del señor Calamardo donde Bob, prepara esas ricas "Cangreburguer", aunque en nuestras manos casi sufre el mismo estrago, finalmente nos portamos bien y lo liberamos de la maldad y perversidad humana.
El sol traicionero, no apretaba con demasiada fuerza. Pero una prolongada exposición bajo aquel bombardeo lumínico provocó algún disgusto a los más blancos de piel, tanto es así que una enfermera nos recomendó el Aceite Rosa de Mosqueta para aplicar sobre la piel. El fatídico incidente "rojizo" de la piel, se fue abriendo camino a medida que batíamos nuestros records jugando a las palas con la pelota azul, azul como el cielo, azul como 'la' mar, azul como el bañador de un Emilio cuya presencia física descansaba en forma de siesta, boca abajo sobre su toalla extendida sobre la arena. Pero cuya mente viajaba en forma de sueños muy lejos de donde estábamos, quizá anticipándose a sus futuros viajes, quizá soñaba que dormía plácidamente en casa, quizá porque no, soñaba que se bañaba en la playa al otro lado de la ría, donde estaba Sara jeje.
Y Belén, blanca como el reflejo de la luna llena, blanca como una princesa de la edad media cuya belleza radica en no exhibirse demasiado, disfrutó desde la orilla bajo la sombrilla (ritma y todo jeje), con la cámara de fotos en mano como el Americano (aqúí también me salió medio poema jeje), a los cuales le debemos estas maravillosas fotos, que guardaremos para la posteridad.
No nos olvidemos de los seres únicos de la fraga, más locos que la mayoría, quizá por una cuestión genética, un exceso del gen "lucus locae" que se ve reflejado de múltiples maneras en estos individuos, como Barros rematando el balón en el agua haciendo una tijereta y cayéndose en plancha, o Melie gritando como una posesa al contacto con la fría agua o a Alex marcándose un "señor" TOUCHDOWN sobre la compacta arena humedecida, alli donde tirarse como un auténtico profesional del rudby provoca mayor dolor por el impacto.
P.D: Lo que hace grande días como estos, es recordar ahora aquellas pequeñas anécdotas y también, racionar los días que vamos a la playa, porque ir asiduamente lo convertiría en una rutina y ya no sería el acontecimiento que representa para todos nosotros haber disfrutado en buena compañía de un bonito día de playa. ¡Gracias amigos!
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